16 de noviembre de 2006

Dia Universal de la tolerancia



El mundo sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de una conquista que brilla a la vez por su presencia y por su ausencia. Se ha dicho que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar, y muy difícil de explicar. Aparece como una noción escurridiza que, ya de entrada, presenta dos significados bien distintos: permitir el mal y respetar la diversidad. Su significado clásico ha sido «permitir el mal sin aprobarlo». ¿Qué tipo de mal? El que supone no respetar las reglas de juego que hacen posible la sociedad. Si algunos no respetan esas reglas comunes, la convivencia se deteriora y todos salen perdiendo. Por ello, quien ejerce la autoridad -el gobernante, el padre de familia, el profesor, el policía, el árbitro- está obligado a defender el cumplimiento de la norma común.¿Cuándo se debe tolerar algo? La respuesta genérica es: siempre que, de no hacerlo, se estime que ha de ser peor el remedio que la enfermedad. Se debe permitir un mal cuando se piense que impedirlo provocará un mal mayor o impedirá un bien superior. La tolerancia se aplica a la luz de la jerarquía de bienes. Ya en la Edad Media se sabia que «es propio del sabio legislador permitir las transgresiones menores para evitar las mayores». Pero la aplicación de este criterio no es nada fácil. Hay dos evidencias claras: que hay que ejercer la tolerancia, y que no todo puede tolerarse. Compaginar ambas evidencias es un arduo problema. ¿Deben tolerarse la producción y el tráfico de drogas, la producción y el tráfico de armas, la producción y el tráfico de productos radiactivos? ¿Es intolerante el Gobierno alemán cuando prohíbe actos públicos de grupos neozazis? ¿Y el Gobierno francés cuando clausura dos periódicos musulmanes ligados al terrorismo argelino? ¿Son intolerantes las legislaciones que prohíben el aborto?
Jhon locke, en su Carta sobre la tolerancia, asegura que «el magistrado no debe tolerar ningún dogma adverso y contrario a la sociedad humana o a las buenas costumbres necesarias para conservar la sociedad civil». Un límite tan expreso como impreciso, pero quizá el único posible. Hoy lo traducimos por el respeto escrupuloso a los Derechos Humanos, pomposo nombre para un cajón de sastre donde también caben, si nos empeñamos, interpretaciones dispares. Ante una realidad con tantas lecturas y conflictos como individuos, no queda más remedio que confiar a la ley el trazado de la frontera entre lo tolerable y lo intolerable. Y aceptar la interpretación del juez. En todo lo que la ley permite, hay que ser tolerante. En lo que la ley no permite, el juez y el gobernante pueden ejercer la tolerancia con prudencia. Pero hay leyes injustas que toleran la injusticia, y jueces y gobernantes que juegan con las leyes justas. En ese caso, mientras se espera y se lucha por tiempos mejores, conviene recordar que ya Platón consideraba la corrupción del gobernante como lo más desesperanzador que puede lamentarse en una sociedad. La violación de la justicia por el máximo responsable de protegerla no es una sorpresa para nadie. «Mientras no haya una conducta moral individual estrictamente limpia, todo lo demás son mandangas».
«Respeto a la diversidad». Se trata de una actitud de consideración hacia la diferencia, de una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta de la propia, de la aceptación del pluralismo. Ya no es permitir un mal sino aceptar puntos de vista diferentes y legítimos, ceder en un conflicto de intereses justos. Y como los conflictos y las violencias son la actualidad diaria, la tolerancia es un valor que necesaria y urgentemente hay que promover.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo, Bianca. Hay cosas que, por mucho que se diga, no deben tolerarse en función de un bien o un mal mayor. Implicaría algo así como la frase maquiavélica (que paradojicamente nunca dijo Maquiavelo) de que "el fin justifica los medios".
Además, cometes un error de base, pues "tolerancia" es un vocablo complicado cuyo significado ha ido cambiando radicalmente. de este modo, ni Voltaire ni Locke tenían en sus escritos el mismo concepto de tolerancia que hoy tenemos. Para ellos, la tolerancia era una especie de "ajo y agua", es decir, ya que no puedo evitar que exista algo, me aguanto y lo dejo de lado.
Hoy, nadie dice que la tolerancia es eso, sino suelta un rollo político-social que ya suena a repetitivo.
Un abrazo.

Karola dijo...

No quiere decir que sea mi opinión lo que aquí reflejo, es un poco historia de cómo se ha visto o se actuado en base a este concepto. Bien te digo ahora que me parece complicado para los gobernantes o sociedades aplicar la tolerancia. No me parece bien aprobar algo malo por evitar un mal mayor. Pero no es eso.. permitir un mal sin aprobarlo. También Dios en el A.T permitio el repudio o posible divorcio "por la dureza de sus corazones" de todasmaneras la idea de tolerancia no la veo tan mal como se ha descrito aquí. Hoy en día la tolerancia que hay creo que es jauja.. Todo está bien y todo se puede legalizar.. al paso que van algunos gobernantes. Un saludo anonimo. Y gracias.